Tengo en frente mío una caja de bombones y el
libro de Maro Vidal Varela y Mara Hitters que se llama Cajas Chinas. Las ilustraciones de Mara se
asoman misteriosas detrás de un biombo de papel de arroz. Las palabras que Maro
dosifica con gotero experto, caen en su lugar justo, creando olas en mi estanque interior. Y así, me van contando la historia de una nieta y
su abuela y el lazo de amor entre ellas. Dan ganas de leerlo de corrido, pero sería
un sacrilegio beber la taza hasta el fondo de un sorbo como cuando se
tiene sed. Mi plan es otro. Un solo bombón y un solo capítulo. Como un aceite
esencial que extrae lo mejor de la flor, esa gota es suficiente para perfumar
el corazón de esta niña de agua que llevo dentro. La tarde de primavera se
enfrió de golpe; buscando abrigo abro mi nuevo blend de David’s Tea, regalo que
me trajeron de New York. La mezcla es muy exótica, la etiqueta detalla:
manzana, menta, aceite de naranja, pétalos de caléndula y rosas.
Pero prefiero cerrar los ojos y oler, esa es
toda la información que necesito. Me pierdo en los dibujos de Mara. Quisiera
abrir esas cajitas chinas como lo hizo Sakura, la protagonista del cuento, y al
igual que ella, descubrir los nombres de los sentimientos que estaban ocultos. Entre
pausas, colores y aromas se desenvuelve ante mí el primer sentimiento de esta
tarde: gratitud.
Gracias
Maro y Mara por haber escrito un libro tan especial.
Gracias
Fabiana Rodriguez Tosti por haberte acordado de mí en tu viaje.